El fantasma de la banda «torcida»

«Habíamos entregado la banda transportadora metálica hacía tan solo cuatro semanas. El cliente la había instalado como siempre y la había puesto en marcha. Todo funcionaba a la perfección. Por eso, cuando el cliente nos llamó y nos expuso el problema, al principio no podíamos entender lo que estaba sucediendo».

Edgar Kischel, responsable de ventas de bandas transportadoras metálicas de HEIN, LEHMANN, le pidió al cliente que le explicara exactamente lo que pasaba. Entonces decidió que era necesario desplazarse hasta la empresa y observar de cerca el asunto. ¡Dicho y hecho!

«Resultó que la banda avanzaba de manera extremadamente inestable. Oscilaba en la dirección de marcha más de 150 milímetros, unas veces hacia la derecha, otras hacia la izquierda».

Evidentemente, este comportamiento de la banda interfería de forma considerable en el transcurso de la producción. Pero nadie sabía exactamente dónde estaba el quid de la cuestión, o mejor dicho, de la banda. Edgar Kischel y sus compañeros también averiguaron lo siguiente:

«Siempre era el turno de mañana el que tenía que ocuparse todos los días de que la banda avanzase de la forma más recta posible. Para ello, ajustaban los rodillos de control una y otra vez. Una vez ajustados, todo volvía a funcionar perfectamente. Sin embargo, ni el turno de tarde ni el de noche notificaban nada inusual en relación con la marcha de la banda».

Y, con todo, el turno de mañana se enfrentaba cada día con el mismo problema: la banda avanzaba... ¡torcida! Todos se preguntaban lo mismo: ¿Por qué el turno de mañana era el único que tenía problemas con la banda? ¿Había algún tipo de fantasma?

«Para encontrar la solución, preguntamos si cada turno tenía asignado un supervisor. Aquí encontramos el primer indicio: solo había supervisores en los turnos de mañana y de tarde, pero no en el de noche. Así que propusimos asignar un supervisor también por la noche».

Ansiosos por saber lo que averiguaría el cliente, Edgar Kischel y sus compañeros regresaron a casa. Solo dos días después, el cliente llamó por teléfono para dar las buenas noticias: el problema se había solucionado.

Pero ¿cómo?

«Todo estaba relacionado con el Mundial de Fútbol, que se disputaba por aquel entonces en Brasil. Resultó ser que los empleados del turno de noche seguían con interés algún que otro partido. Para perderse lo menos posible y seguir alcanzando las cantidades normales de producción, cometieron un error que hacía que la banda se desviara con frecuencia: la sobrecargaban. Esto hacía que se deformara la geometría de la banda y, con ello, que esta se desviara».

Por tanto, no es que hubiese fantasmas en la empresa de nuestro cliente. Solo era el «espíritu» del Mundial de Fútbol el que había causado el caos.

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