Agujeros misteriosos

«Nuestra gama de productos incluye bandas articuladas metálicas de espiras anchas con una construcción triple. Estas bandas se utilizan cuando se alimentan piezas pequeñas a granel y después se conducen por diferentes rangos de temperatura. En este caso concreto, el rango de temperatura era algo superior a los 800° C», comenta Edgar Kischel, responsable de ventas de bandas transportadoras metálicas y parte de HEIN, LEHMANN desde hace más de dos décadas».

Un día, un cliente de HEIN, LEHMANN desde hacía muchos años informó a Kischel de un problema relacionado con el diseño individual de una banda articulada metálica de espiras anchas. El cliente decía que había unos agujeros puntuales en la banda y suponía un defecto en el material.

«Los agujeros eran signos de fragilización. Estos surgen durante lo que se conoce como el proceso de carburación debido a un calor extremo. A través de este calor, el material absorbe carbono y, como consecuencia, se suele volver quebradizo después de unos meses y hay que cambiarlo. Sin embargo, lo curioso en este caso era que la carburación estaba ocurriendo en mucho menos tiempo y aparecía solo puntualmente. Es decir, que los agujeros no habían surgido por toda la banda, sino solo en algunas partes que tampoco mostraban ninguna continuidad».

Por tanto, la causa no se podía identificar a primera vista. Si se trataba de un proceso normal de carburación, ¿por qué no afectaba a toda la banda? Kischel estaba ante un enigma que necesitaba ser resuelto. Con esta finalidad, se extrajeron partes de la banda y se analizaron metalúrgicamente en nuestro laboratorio.

«El resultado nos dejó completamente perplejos: en las partes afectadas sí que había tenido lugar una carburación extrema. No obstante, descartamos un defecto material por nuestra parte, ya que el resto de la banda estaba intacta. Aún así, queríamos saber cuál era la causa. Teníamos gran interés en aprender de este fenómeno».

Posteriormente, se reunieron el empresario, el constructor del horno y expertos en la materia de HEIN, LEHMANN. Se analizaron todo tipo de escenarios posibles, se comprobaron todos los parámetros, pero no se pudieron constatar errores ni cambios en la configuración.

«Era como mirar un agujero en la pared. El agujero estaba ahí, cualquiera podía verlo. Sin embargo, no podíamos entender quién ni cómo lo había hecho».

Entonces, como otras tantas veces en la vida, la casualidad fue la que ayudó a resolver el misterio. Después de comprobar todos los hechos y descartar todos los supuestos, los implicados decidieron reunirse de nuevo en la empresa.

«Mientras estábamos reunidos allí, observamos cómo el trabajador responsable de la instalación hacía una bola con el envoltorio de su bocadillo y lo tiraba sobre la banda. Este se carbonizaba enseguida y ¡puf! desaparecía. En ese momento, todos comprendimos lo que estaba sucediendo».

El motivo no era el envoltorio del bocadillo en sí, sino los restos de grasa y margarina adheridos a él. Si una banda articulada metálica de espiras anchas se somete a un calor extremo, es imprescindible que esté totalmente limpia y libre de grasas para que dure más tiempo. Si hay grasa sobre la banda, la combustión genera una carburación explosiva que destruye el material prematuramente.

«Esto encajaba con nuestro fenómeno, y también con el hecho de que los agujeros no siguiesen un esquema fijo ni una pauta recurrente. Después de todo, el trabajador había estado tirando el envoltorio sobre la banda cada vez a una hora diferente. Más tarde, admitió que alguna vez incluso había tirado sobre la banda el bocadillo entero porque no le gustaba».

El enigma estaba resuelto. No obstante, ni nuestra amplia experiencia ni nuestros exhaustivos análisis hubiesen podido sustituir esa observación fortuita.

«Fue un gran alivio para todos haber encontrado la solución. Sin embargo, todos los esfuerzos realizados para encontrar la causa no fueron en vano, ya que aprendimos una lección muy importante: que no se puede excluir ninguna posibilidad. Siempre hay factores que no se tienen en cuenta y, por eso, merece la pena tener una visión con amplitud de miras».

Hoy en día, los compañeros aún comentan el «caso del bocadillo», sobre todo, cuando aparecen agujeros puntuales.

«En HEIN, LEHMANN tenemos la suerte de contar con décadas de experiencia. Pero no solo es fruto de los conocimientos técnicos y prácticos. Son historias como esta las que nos recuerdan que hay que pensar siempre un poco más allá. Esta es una de las grandes ventajas que incorporamos en nuestro trabajo diario y en nuevos proyectos».

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